miércoles, 25 de mayo de 2011


"La naturaleza al servicio del hombre", por Marcelo Mena

25/05/11
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"Hay una visión de mundo de cierto sector conservador de la sociedad que nos pone ante un falso dilema que históricamente ha sido superado en otros países: desarrollo o medio ambiente".
A dos semanas de la aprobación de Hidroaysén, ha empezado un contraataque furibundo de algunos iluminados por tratar de descifrar por qué la mayoría del país no ve el mundo como ellos. Han aparecido columnas subidas de tono como “Malditos Ecologistas”, o “La naturaleza al servicio del hombre” que tienen por objeto, además, provocar. Pero detrás de ese intento demuestran una profunda ignorancia de temáticas ambientales.

Primero, que sólo con juicios de valor justifican la aprobación de las centrales, sin siquiera cuestionar  si el procedimiento de aprobación fue irregular. Ya el Dr. Claudio Meier de la Universidad de Concepción reveló las enormes falencias que le tocó evaluar para la Dirección General de Aguas. Admitió que el proyecto era incompleto, digno de estudiantes de tesis mediocres. La ex ministra Ana Lya Uriarte indicó, a su paso, que el proyecto iba camino al rechazo. Son personas que participaron en el proceso de evaluación, cuyas opiniones no deberíamos desechar con liviandad.

Pero en el fondo de las críticas hay una visión de mundo de cierto sector conservador de la sociedad que nos pone ante un falso dilema que históricamente ha sido superado en otros países: desarrollo o medio ambiente. Incluso el Ministro Secretario General de la Presidencia, Cristián Larroulet no cree en ese dilema, al manifestar que es posible un desarrollo energético equilibrando ambos aspectos. 
Pero los gobiernos de la Concertación y de la Alianza por Chile han adherido a esta premisa. Y eso -y sin ir más lejos- que Santiago ha reducido su contaminación en cerca de 70% desde el 89 a pesar de que la economía, población, y parque automotriz se han más que duplicado. Más recientemente se han aprobado normativas ambientales importantes (material particulado fino, termoeléctricas) en las que el Ministerio de Medio Ambiente demostró que ahorraba a la sociedad 3 a 4 veces más los costos al privado por mitigar la contaminación. Yo participé en ambos estudios (uno como coordinador, otro como parte del gobierno) y el tiempo nos ha dado la razón. Al final, los costos a los privados serán menores a los que estimamos.

Otro argumento que dan mucho es que el hombre debe estar al centro y la naturaleza a su servicio. Es una visión errada, incluso desacreditada por la Iglesia, que ha tenido planteamientos claros sobre temáticas del cambio climático.  Porque nuevamente es un falso dilema, que incluso obvia problemas intergeneracionales. Claro, me preocupo por el hombre hoy (nosotros) pero en desmedro del hombre del mañana (nuestros hijos).
Ejemplos hay muchos. La salmonicultura es uno claro. Ya el año 99, cuando hacía mi práctica como ingeniero bioquímico en una fábrica de pellets para salmón me tocó visitar las balsas salmoneras. Al verlas no podía creerlo, animales concentrados, heridos, y algas por doquier. No fue sorpresa que una década después la industria haya colapsado a niveles épicos.
Lo ambiental gatilló un efecto dominó que repercutió en lo económico y luego en lo social.  Indirectamente, esta industria afectó a la pesca actual. Hace casi una década las cuotas de pesca en Chile no se cumplen no por excederse, sino porque no alcanzan a extraer los números asignados por el Estado. Al ir a Maitencillo a la caleta de pescadores podemos ver los mismos precios que en Santiago. ¿Por qué? Porque los peces no se extraen ahí, sino que se compran en la capital. Un poco de teatro para mantener la imagen romántica. Pero la verdad es que usar 5 a 10 kilos de pescado (en forma de harina) para generar un kilo de salmón no resiste análisis. Es una actividad que está poniendo en riesgo a futuras generaciones.
En Estados Unidos está el caso de la desaparición de las abejas (que no se sabe si ha sido por enfermedades, pesticidas, u otras causas). ¿Cuánto cuesta el servicio que proveen las abejas? ¿No tiene precio? Parece que lo tiene, porque han gastado millones en traer abejas de otros lados para poder cumplir ese servicio que es la base de la agricultura moderna. ¿Cuánto cuesta el agua? ¿Gratis? Cuesta lo que tenemos que hacer para potabilizarla o tratarla cuando ya ha sido usada. ¿Suena tan radical cuestionar políticas de crecimiento infinito para un mundo finito, como lo era hace una década?
Seriamente creemos que los combustibles fósiles mágicamente van a bajar en el futuro, o estamos condenando a nuestros hijos a una dependencia de un combustible que subirá cada vez más su precio (además de nuestro triste legado de cambio climático).

El rechazo a Hidroaysén es solo la manifestación de la desconfianza que tenemos frente a grandes proyectos pintados de verde.  Subestimamos a la gente al pensar que rechazan el proyecto porque Patagonia Sin Represas mostraba las Torres del Paine con cables. Esto viene desde mucho antes. Desde Ralco, Rio Cruces, Pascua Lama (algunas veces con más o menos fundamentos), Tocopilla, Ventanas, Huasco...
Viene porque la mayoría de la población ha sentido problemas de contaminación en su vida (de acuerdo a una encuesta que hicimos el 2010 junto con Opina). Viene de que encuentranirracional destruir algo único como la Patagonia para satisfacer demandas energéticas teóricas (proyectadas linealmente) que ni siquiera aseguran una baja de tarifa. De hecho, de acuerdo a encuesta Opina, 70% de los chilenos está dispuesto a  más por energías limpias.

Y por último, otro de los argumentos es que hay que privilegiar el desarrollo por sobre el medio ambiente en beneficio de los pobres. Les voy a comentar algo: la regulación ambiental privilegia principalmente a los pobres. Lo digo yo que crecí en una población por la que pasaba un estero con aguas servidas, y lleno de basurales clandestinos en Villa Alemana.
No prohibamos la leña por los pobres. Bueno, es verdad que los sectores de menores recursos usan leña en forma de fogones probablemente agudizando enfermedades respiratorias. Pero la mayoría de las estufas a leña en Santiago se encuentran en las comunas de mayor ingresos (71% son ABC1 de acuerdo a estudios del Ministerio de Energía), y cruelmente las emisiones del sector alto se transportan eficientemente al punto más bajo de la capital, Pudahuel y Cerro Navia, de mucho menores ingresos. 
¿Regular emisiones de termoeléctricas afecta a los pobres? Al contrario, el estudio de Kas Ingeniería mostró que mayores regulaciones no incidían en tarifas eléctricas, y que justamente las termoeléctricas tendían a ubicarse en comunas de menores ingresos. 
En fin, el argumento de los pobres ha sido utilizado por ambos sectores políticos cuando han querido justificar algo. Pero el tiempo siempre ha dicho que las regulaciones ambientales han sido costoefectivas en reducir cargas al Estado en costos de salud, traspasando a quien causa la externalidad los costos de mitigarla.
Hoy día lamentablemente estamos traspasando una enorme externalidad a la región de Aysén a cambio de beneficios nominales. Y en esa sed de mostrarnos como un país desarrollado, nos estamos mostrando como un país bananero más al resto del mundo.
Marcelo Mena es ingeniero civil en bioquímica de la Universidad Católica de Valparaíso, es profesor de la escuela de Ingeniería Ambiental de la UNAB. Obtuvo su MS y PhD en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Iowa y postdoctorado en el MIT. El año 2010 ganó la posición Fulbright Scholar in Residence para trabajar en California State University en Fresno.

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